Partiendo de que las temperaturas invernales y estivales ya son muy desfavorables en el clima de Getafe, éstas empeorarán en los próximos años por los efectos del cambio climático. Considerando el peor escenario futuro, se espera que la temperatura exterior media máxima diaria de Getafe en julio aumente desde los 31°C actuales hasta los 34°C en 2050 y los 38°C en 2100, denominado escenario RCP8.5 [1]. Esto significa que dicha temperatura aumentará un 9,7% en 2050 y un 22,6% en 2100. Este aumento daría como resultado temperaturas mínimas de verano en 2100 que casi superan nuestras temperaturas máximas actuales. Dado que estos números se refieren a las temperaturas exteriores, puede esperar un aumento mucho más fuerte de las temperaturas interiores.
De esta forma, se prevé que el ser humano tenga que adaptarse al incremento de temperatura, que en ciertas localizaciones puede ser muy severo debido a las temperaturas que se alcanzan en verano en la actualidad, como es Getafe y el área metropolitana de Madrid. La temperatura central del cuerpo humano se mantiene siempre constante. Esto se consigue mediante una serie de procesos que se emplean, principalmente fisiológicos, que implican el flujo sanguíneo hacia o desde los extremos del cuerpo que controla la temperatura de la piel, controlando así la transferencia de calor con el ambiente. A mayor temperatura, el flujo sanguíneo hacia los extremos aumenta, lo que se denomina vasodilatación, por lo que la temperatura de la piel aumenta por encima de la ambiental, mientras que, a baja temperatura ambiental, el flujo sanguíneo hacia la periferia disminuye, lo que se conoce como vasoconstricción, por lo que la temperatura de la piel intenta acercarse a la ambiental. En el primer caso, la diferencia de temperatura entre la piel y el entorno se amplía, lo que aumenta la pérdida de calor del cuerpo, mientras que, en el segundo, la diferencia de temperatura entre la piel y el entorno se reduce, lo que minimiza la pérdida de calor del cuerpo al entorno. Aunque el ser humano necesita un rango de temperatura estrecho para sentir bienestar, hay diferencias en este requisito dependiendo del clima. Además, el cuerpo humano aplica una variedad de otras oportunidades de adaptación, incluyendo el hecho de abrigarse o desabrigarse, el patrón de transpiración, los cambios en la tasa metabólica por escalofríos, etc. para ajustar y superar la incomodidad planteada por el medio ambiente. Así, la búsqueda de un entorno térmicamente confortable surge de la necesidad de nuestro cuerpo de mantener una temperatura central estable.
Por lo tanto, teniendo en cuenta que en los climas calurosos como el nuestro, la sociedad emplea gran parte de su tiempo en lugares exteriores, dicha adaptación al cambio climático parece inevitable. Como consecuencia, con la finalidad de vivir en armonía con el medio ambiente, reducir el consumo energético y contribuir en la mitigación del cambio climático, el ser humano debería extender esta adaptación climática a zonas interiores, en las que se usen medios de acondicionamiento como aire acondicionado o calefacción, y, por lo tanto, ajustar las temperaturas de consigna que se utilizan en dichos sistemas. Esto se ha propuesto recientemente mediante el uso de temperaturas de consigna adaptativas, que toman el valor de los límites de confort estimados mediante el enfoque de confort térmico adaptativo, y por lo tanto, cambian diariamente. Esto se puede observar en las figuras 1 y 2, en las que se muestran la oscilación de la temperatura interior respectivamente con temperaturas de consigna fijas (18-25°C en invierno, y 22-27°C en verano) y con temperaturas de consigna adaptativas. Como resultado, el uso de temperaturas de consigna adaptativas puede proporcionar un ahorro energético del 83%, sin ningún tipo de intervención sobre la vivienda ni el sistema de climatización más allá del cambio diario de las temperaturas de consigna [2].
Figura 1. Oscilación de la temperatura interior entre temperaturas de consigna fijas o estáticas.
Figura 2. Oscilación de la temperatura interior entre temperaturas de consigna adaptativas.
Autor: Daniel Sánchez García, investigador postdoctoral de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M).
Referencias
[1] J. Remund, U. Grossenbacher, Urban climate scenario data for European cities, Journal of Physics: Conference Series. 1343 (2019) 012019. https://doi.org/10.1088/1742-6596/1343/1/012019.
[2] D. Sánchez-García, D. Bienvenido-Huertas, C. Rubio-Bellido, Computational approach to extend the air-conditioning usage to adaptive comfort: Adaptive-Comfort-Control-Implementation Script, Automation in Construction. 131 (2021) 103900. https://doi.org/10.1016/j.autcon.2021.103900.