La brecha digital hace referencia a la dificultad de un grupo social para acceder y usar las diferentes Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), es decir, Internet y todo lo asociado a ello. Esta desigualdad se suele determinar en base a criterios económicos, geográficos, culturales, de género o edad. Por otro lado, la pobreza energética hace referencia a la dificultad para acceder y consumir la mínima energía para llevar una vida confortable.
Desde finales de la década de los 90 el desarrollo de la sociedad de la información ha ido modificando cómo nos relacionamos con otras personas, ha acortado distancias, ha facilitado y agilizado procesos administrativos, etc. Sin embargo, aquellas personas con dificultades para acceder a las TIC se han quedado al margen y convertido en ‘vulnerables digitales’.
La brecha digital en datos
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la falta de infraestructura (sobre todo, en zonas rurales), los pocos conocimientos y habilidades informáticas o la falta de interés en el ‘universo digital’ son factores que acentúan la brecha digital en algunos grupos sociales. En 2021 se registraron 33,1 millones de personas entre 16 y 74 años que se conectaron a Internet durante los últimos tres meses. Se observa que el uso va disminuyendo a medida que se avanza en edad. Así, las personas entre 65-74 años son las que menos utilizan la tecnología.
En cuanto al tipo de hogar, el uso de la red y ordenadores es más bajo en los que viven personas solas (normalmente mayores), familias monoparentales y familias numerosas con tres o más niños dependientes.
Sin acceso a la energía, las desigualdades se acentúan
La sociedad actual hiperconectada se apoya en un pilar básico: la energía. La dependencia del bienestar de las personas al suministro energético ha convertido el acceso y uso de la energía en un derecho social.
Al igual que la dificultad para acceder a la energía, la falta de conexión digital puede llegar a influir de forma negativa en el bienestar de las personas al sentirse aisladas y poco comprendidas. Algunos ejemplos son las poco intuitivas aplicaciones bancarias y los trámites burocráticos. Sin ir más lejos, podemos recordar las dificultades de parte del alumnado para acceder a los contenidos educativos disponibles en la red durante la pandemia, por la falta de dispositivos electrónicos o conexión red en el hogar.
Por otro lado, para encender un ordenador, mantener una temperatura adecuada dentro del hogar, conservar alimentos y cualquier actividad cotidiana, necesitamos energía.
La brecha digital aísla a las personas que no pueden acceder a ella, bien por una falta de educación y habilidades o por no poder permitirse un dispositivo conectado a la red. Esta situación se torna más vulnerable en aquellos hogares con pobreza energética y la dificultad para acceder a la energía. Ambas son desigualdades sociales que se incrementan debido al descenso en los niveles de la renta, a la precariedad laboral y al desempleo.
Las soluciones que propone la Agenda 2030
El Gobierno de España estima que cerca de 4,5 millones de personas sufren pobreza energética y en Europa esta cifra es especialmente elevada en los países del este y del sur. La Comisión Europea ha puesto en marcha varios planes para reducir las desigualdades sociales y cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Por ejemplo, en la Agenda 2030 se pone el foco para reducir tanto la brecha digital como la pobreza energética.
Para la primera destacan acciones de alfabetización digital y mejora de la accesibilidad a Internet en toda la población mientras que para la segunda la prevención, la identificación previa y la concienciación son ideas clave, así como las ayudas para rehabilitación energética de las viviendas y su mejora en eficiencia energética.
En concreto, en EPIU Getafe Hogares Saludables recopilamos información sobre el consumo de energía, los ingresos y otros factores que miden el gasto energético de los hogares en los barrios de Las Margaritas y La Alhóndiga-Fátima. A partir de esa información, diseñamos medidas adaptadas a tres escalas: hogar, edificio y barrio, según el grado de vulnerabilidad.
Además, dentro de esta iniciativa Urban Innovative Actions (UIA), el Ayuntamiento de Getafe ofrece, en una primera convocatoria, 814.000 euros a la ciudadanía del municipio para mejorar la eficiencia energética de sus viviendas. Conoce las bases de estas subvenciones en este enlace.