Según la Asociación Americana de Ingenieros de Refrigeración, Calefacción y Aire Acondicionado (ASHRAE, por sus siglas en inglés), el confort térmico es la “actividad mental que expresa satisfacción con el ambiente térmico y está sujeta a evaluación subjetiva”.
Tradicionalmente, desde los años 70 hasta la actualidad se ha medido con la llamada “ecuación del equilibrio térmico”[1]. Sin embargo, partiendo de que ciertas personas estaban en desacuerdo con la sensación térmica que, según dicha ecuación, debían tener, se abrió otra vertiente en la investigación del confort térmico, llamada confort térmico adaptativo, en la que se ha estudiado la sensación térmica de las personas que, en lugar de encender el aire acondicionado, refrescan el ambiente abriendo las ventanas [2].
En la actualidad, este método para evaluar el confort térmico parece ser el más adecuado en la situación de pobreza energética, en la que las personas no se pueden permitir poner el aire acondicionado o la calefacción por los bajos ingresos que tienen, o lo ponen, pero el consumo energético es muy alto en comparación con sus ingresos.
Sin embargo, si las temperaturas ya son bastante desfavorables en pleno invierno y verano, van a ser mucho peores en los años venideros, por efecto del cambio climático. Se estima que la temperatura media exterior de las máximas diarias en el mes de julio en Getafe va a subir desde los 31°C que hay actualmente, hasta los 34°C en el año 2050, y hasta los 38°C en 2100, considerando la peor de las posibles situaciones en el futuro, llamado escenario RCP8.5 [3].
Esto significa que, para el año 2050, dicha temperatura habrá subido un 9,7 %, mientras que para el año 2100, habrá subido un 22,6 %. Tal será dicho incremento, que las temperaturas mínimas en verano de 2100 casi habrán superado las temperaturas máximas que tenemos en la actualidad, tal y como se puede ver en la Figura 1.
Teniendo en cuenta que dichos valores son para la temperatura en el exterior, se prevé que el incremento de la temperatura en el interior de las viviendas sea mucho más grave. Como consecuencia, el consumo energético en calefacción se verá reducido, y se podría pensar que dicha reducción se compensará con el incremento en el consumo del aire acondicionado.
De hecho, en los próximos años será así, sin embargo, para el año 2050 se habrá alcanzado el punto de inflexión, en el cual el consumo del aire acondicionado sea mayor a la reducción en el consumo de calefacción y, en adelante, el calentamiento global agravará esta situación.
De esta forma, los hogares con bajos ingresos serán los hogares principalmente afectados, ya que, si no pueden hacer frente a la factura energética en la actualidad, lo tendrán mucho más complicado en los años futuros, en los que el consumo energético será considerablemente mayor.
Por lo tanto, se prevé que los niveles de pobreza energética suban paulatinamente si no se establece ninguna medida tanto para mitigar los efectos del cambio climático desde la raíz, ni alguna otra medida destinada a reducir los niveles de pobreza energética de forma local.
Autor: Daniel Sánchez García, investigador postdoctoral de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M).
Referencias:
[1] P.O. Fanger, Thermal comfort: analysis and applications in environmental engineering, New York, 1970.
[2] R.J. De Dear, G.S. Brager, Thermal comfort in naturally ventilated buildings: Revisions to ASHRAE Standard 55, Energy and Buildings. 34 (2002) 549–561. https://doi.org/10.1016/S0378-7788(02)00005-1.
[3] S. Liu, Y.T. Kwok, K.K.L. Lau, H.W. Tong, P.W. Chan, E. NG, Development and application of future design weather data for evaluating the building thermal-energy performance in subtropical Hong Kong, Energy and Buildings. 209 (2020) 109696. https://doi.org/10.1016/j.enbuild.2019.109696.