El frío ya está aquí y con él un mayor consumo energético a causa de la calefacción, ya sea por gas o electricidad. Pero, además, el descenso en las horas de luz también hace que tengamos que tirar más y más temprano de la corriente eléctrica. Un cóctel que hace que, de una forma u otra, la factura de todos los hogares aumente.
Esto es un especial problema para los hogares que sufren pobreza energética. Según los datos procedentes de la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética, entre el 7 y el 16 % de la población española sufre algún tipo de pobreza energética en sus distintos grados, ya sea pagando un precio desproporcionado con respecto a sus ingresos para mantener sus hogares a la temperatura adecuada; porque sea incapaz de hacerlo o porque sufra algún retraso o impago en recibos de la luz o el gas.
Derivado de lo anterior, otro de los efectos directos de la pobreza energética es que el 8 % de los hogares no puede mantener una temperatura adecuada en invierno.
A ello se suma el contexto de este año, que ha provocado que en 2021 tengamos uno de los precios de la luz más elevados, lo que ha recrudecido aún más este problema.
La buena noticia es que hay muchas medidas de bajo o nulo coste que se pueden tomar ahora para reducir la factura energética. Muchas pueden parecer intrascendentes, pero los pequeños cambios suman y pueden tener un gran efecto.
Por ello, desde EPIU Getafe – Hogares Saludables, te traemos algunas buenas prácticas para mantener el calor en invierno en casa y, con ello, también contener el recibo de la luz. Allá van:
Revisa el sistema de calefacción
La calefacción suele ser el mayor gasto energético, ya sea por caldera de gas o por electricidad, lo que significa que es donde más se puede ahorrar.
Purgar los radiadores y si puede ser que los inspeccione un profesional, puede ser de gran ayuda. Desde EPIU Getafe – Hogares Saludables, también podemos ayudarte si resides en Getafe desde nuestra Oficina de Hogares Saludables, por si tienes cualquier duda.
Si tienes un termostato inteligente, déjalo hacer
Tener termostatos programables y configurarlos para que bajen la calefacción por la noche o cuando estemos fuera, siempre supondrá un ahorro.
Si no disponemos de estos sistemas, podemos adquirir por un precio bastante asequible programadores que se instalan en los enchufes como si fueran una regleta y que sirven como una especie de reloj que dice cuándo pasa la corriente y cuándo no. Esto es especialmente útil si, por ejemplo, en nuestra casa contamos con termos de agua caliente, ya que podemos programar que se enciendan durante la noche -cuando el precio suele ser más económico- y ducharnos al despertarnos, momento en el que el programador puede marcar que desenchufe el termo para no seguir consumiendo.
Cada grado cuenta
Puedes ahorrar entre un 1 y un 3 % en tu factura por cada grado que bajes el termostato. Pero no tienes que congelar tu casa. Es mejor reducir lentamente la temperatura hasta encontrar un nivel con el que te sientas confortable. La recomendación sigue siendo de 21 grados.
Otro consejo al hilo de esto. No es bueno subir demasiado el termostato cuando entremos en casa. A menudo, lo hacemos cuando la casa está fría, igual que cuando entramos en un coche frío, pero el sobreajuste no calienta la casa más rápido. Es mejor mantener una temperatura estable que subirla al máximo y luego apagarla.
Sella los huecos en ventanas
Todas las pequeñas grietas y huecos de una casa típica pueden causar una gran pérdida de energía y confort. Si no disponemos de presupuesto para cambiar una ventana, intentemos cambiar sus gomas o los burletes para ajustarlas.
El sol es la calefacción más barata
Abre las persianas durante las horas de mayor exposición del día para que los rayos del sol calienten la casa. Especialmente si está orientada al sur, la luz del sol puede ser suficiente para calentar la habitación, hasta el punto de que la calefacción funcione con menos frecuencia. Por la noche, cierra las ventanas para atrapar el calor.
Apaga los consumidores de energía fantasma
Todo lo que tenga una pantalla digital o una luz brillante consume un goteo continuo de energía, incluso cuando no está en funcionamiento: es lo que se conoce como consumo stand-by. Si no lo usas, desenchúfalo. O agrupa artículos similares (como un escáner, una impresora y un ordenador) en una regleta que puedas apagar y encender según sea necesario.
Aprovecha el calor remanente
Si utilizas el horno para cocinar, o dispones de lavavajillas, déjalos abiertos una vez acabado el cocinado o el lavado para que el calor remanente que emanan fluyan por la cocina.
Siguiendo estos consejos, podremos conseguir un mejor confort térmico en nuestro hogar y, sobre todo, evitar grandes caídas de temperatura, que son las que más cuestan de recuperar tanto en tiempo como en consumo.