La pobreza energética es un problema que afecta a entre un 20 y un 25 por ciento de la población de Getafe. Es decir, que dos de cada diez getafenses tienen problemas bien para mantener su vivienda a una temperatura adecuada o bien para hacer frente al pago de las facturas; pero también significa que existen hogares que gastan más de la media en energía, o bien reducen su gasto al mínimo por no poder afrontar el pago de facturas que, a pesar de las diferentes medidas adoptadas, no dejan de subir.
Todos esos indicadores son caldo de cultivo de la pobreza energética y causa directa de contar con unos niveles de ingresos bajos en el hogar y de vivir en viviendas altamente ineficientes, a lo que desde el año pasado se le ha sumado el elevado precio de la energía en continuo ascenso.
La pobreza energética no es algo que podamos apreciar a simple vista, pertenece al ámbito privado, al hogar y existe una gran desinformación sobre todo lo relacionado con la energía, el tipo de contrato y tarifas existentes y donde podemos solicitar ayudas para solucionarlo.
Conscientes de ello, el Ayuntamiento de Getafe considera que el porcentaje de la población afectado por la pobreza energética es lo suficientemente importante como para preocuparse por intentar detectar y reducir el número de personas afectadas en el municipio por ella y, en especial, por atajar la pobreza energética escondida, objetivo principal del proyecto EPIU Getafe Hogares Saludables.
Sensibilizar en los centros educativos
Un hogar que sufre pobreza energética es más vulnerable y, por tanto, sus habitantes son más proclives a sufrir enfermedades respiratorias y cardiovasculares derivadas de una temperatura inadecuada, siendo más fácil que caigamos enfermos. Afecta mayormente a niños, mujeres, personas de edad avanzada y está directamente relacionado con un aumento de las tasas de absentismo escolar.
La sensibilización, la formación para la detección y la información para saber cómo actuar frente a la pobreza energética es fundamental. Y, por ello, dentro de las actividades que vamos a desarrollar en Getafe durante los próximos meses desde la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), en el marco del proyecto EPIU Getafe, se ha querido también involucrar a la comunidad educativa del municipio, comenzado por los talleres que hemos impartido recientemente a los ‘ecoalumnos’ del IES Satafi, de 1º y 2º de ESO.
En estos primeros talleres hemos tenido la oportunidad de observar el grado de conocimiento sobre la energía en edades tempranas, algo que no hubiese sido posible sin la colaboración del departamento de Orientación y Profesorado, que ha sido nuestro mejor aliado y al que estamos enormemente agradecidos.
Visibilizar para reducir la pobreza energética
El propósito de estos talleres ha sido dar a conocer el proyecto EPIU Getafe Hogares Saludables, que se está desarrollando en Getafe, con el objetivo de concienciar sobre el problema de la pobreza energética, trasladar un conocimiento básico sobre la energía y las diferentes fuentes de energía que podemos encontrarnos en la actualidad, mostrando las características que cada una de ellas presentan; pero, sobre todo, poniendo el foco en qué es la pobreza energética, cómo afecta a la salud vivir en esta situación y también cómo podemos contribuir a reducirla mediante la puesta en marcha de consejos y hábitos de ahorro que están al alcance de todas.
Otra preocupación que quisimos tratar, puesto que entre el alumnado podía haber personas que estuvieran pasado por esa situación, fue cómo detectarla, cómo ayudar en casa a reducir ese gasto energético y cómo poder orientar a sus familias en el caso de tener que solicitar ayuda.
La energía, como competencia básica
La energía es una necesidad básica para el desarrollo de nuestra sociedad y nuestro sustento social, el mantenimiento económico y vital, por lo que la adquisición de conocimientos y un aprendizaje asociado a ese tema se convierte en una clara necesidad.
La incorporación de competencias básicas al currículo permite que aquellos aprendizajes que se consideran imprescindibles se incluyan y se puedan orientar a la aplicación de los saberes adquiridos. De ahí su carácter básico. Se consideran aquellas competencias que deben de haber desarrollado los jóvenes para poder lograr su realización personal, ejercer una ciudadanía activa, incorporarse a la vida adulta de manera satisfactoria y ser capaz de desarrollar un aprendizaje permanente a lo largo de la vida.
De esta forma, contribuiremos entre todos y todas al desarrollo de una educación, que además de recoger aspectos académicos, introducirá una cultura que apuesta por el fomento del conocimiento de la energía como eje fundamental que mueve el mundo y, sin la cual, no podríamos mantener una vida digna que nos permitiera poder calentarnos, asearnos, cocinar y disfrutar del tiempo de ocio en condiciones saludables en nuestros hogares.
Trabajar desde los centros educativos es clave si queremos avanzar a un modelo energético más justo con las personas y con el planeta, que nos permita el acceso a una energía limpia y asequible para todos y todas.
Autora: Yolanda Picazo Ramírez, coordinadora de Proyectos del Área de Energía de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA).