La pobreza energética es uno de esos problemas silentes que, durante muchos años, se ha ido escondiendo debajo de la alfombra. Se ha sabido siempre que estaba ahí, pero costaba actuar y encontrar medidas concretas enfocadas a solucionarlo. Por suerte, desde hace justo dos años, en España se cuenta con un plan de acción que por fin la sitúa a la altura del verdadero problema que es.
Ese plan de acción es la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética, un documento que fue aprobado en abril de 2019 y que sentó varios hitos que, aunque pueden parecer muy evidentes, aún no se habían abordado. Como por ejemplo:
- Dar la primera definición oficial de lo que se considera pobreza energética.
- Cuantificar cuántas personas la sufren de distinta forma en nuestro país.
- Y, lo más importante, fijar unos objetivos y una estrategia para solucionarlo.
¿Sabías que en nuestro país entre 3,5 y 8 millones de personas conviven con problemas de pobreza energética diariamente, según la documentación de la propia Estrategia? Desde luego, nadie diría que un problema que afecta a entre el 7 y el 16% de la población es un problema pequeño.
Las cifras pueden parecer frías o no decirnos nada. Pero tras ellas hay familias que se ven obligadas a no encender la calefacción en invierno -o que directamente no la tienen, en territorios donde es necesaria- o que, pudiendo hacerlo, el coste de mantener estos suministros se lleva una parte muy importante de sus ingresos. Demasiados para ser algo tan imprescindible.
Poner esto encima de la mesa es ya, de base, uno de los grandes logros de la Estrategia, pero luego viene lo realmente vital, poner en marcha mecanismos para mejorar esta situación.
Poniendo las bases de lo que entendemos como pobreza energética
Este documento fue aprobado por el Consejo de Ministros como un marco de actuación a cinco años (de 2019 a 2024) para atajar este problema. Es un texto largo, que puedes encontrar aquí con sus más de 170 páginas. Pero tranquilo todo el mundo, que estamos aquí para explicarlo de forma mucho más sencilla y directa.
Para empezar, como comentábamos, el documento establece la primera definición oficial de lo que se considera pobreza energética:
“La pobreza energética es la situación en la que se encuentra un hogar en el que no pueden ser satisfechas las necesidades básicas de suministros de energía como consecuencia de un nivel de ingresos insuficiente y que, en su caso, puede verse agravada por disponer de una vivienda ineficiente en energía”.
¿Cuánta gente la padece y de qué forma?
Una vez que tenemos la definición, la Estrategia también ha servido para tener una muestra fehaciente de cuánta gente la padece. Para ello, como ya te contamos en el blog de EPIU en este artículo, el Ministerio de Transición Energética contó con los 4 indicadores primarios propuestos por el Observatorio Europeo de Pobreza Energética (EPOV).
- Población con gastos desproporcionados en su consumo energético: número de hogares que gastan en sus suministros, en relación con sus ingresos, más del doble que la media nacional. Es decir, que una parte importantísima de sus ingresos se va en algo imprescindible.
- Pobreza energética escondida: este concepto es realmente importante, porque hasta hace poco pasaba desapercibido. Cuantifica el número de personas que tienen un gasto energético muy pequeño -inferior a la mitad de la media-, lo que indica que probablemente son personas que evitan usar electricidad o consumos que necesitan, porque no pueden o temen no poder pagarlos.
- Porcentaje de población que se declara incapaz de mantener la vivienda a una temperatura adecuada: este indicador no da lugar a error, ya que cuantifica el porcentaje de personas que reconocen, a través de encuestas, que algo tan básico para ellos, es prohibitivo.
- Porcentaje de población que declara retrasos en el pago de las facturas: otro indicador evidente que se explica por sí solo.
Con estos indicadores, y gracias a los datos del Instituto Nacional de Estadística, el documento recoge el porcentaje de población que se enfrenta a cada una de estas dificultades, y que se muestra en la siguiente tabla (desde 2008 a 2017):
Fijar la comparación con 2008 no es algo baladí, ya que a raíz de la crisis financiera y del ladrillo, los casos de pobreza energética se dispararon. Como vemos, algunos de los indicadores han ido a mejor con el paso de los años, pero no lo suficiente.
Pasemos los porcentajes a cifras para entender el problema: En base a los datos de 2017, 8,1 millones de españoles presentan un gasto desproporcionado en relación con sus ingresos; 5,1 millones de personas sufren pobreza energética escondida; unos 3,7 millones de personas pasan el invierno a temperaturas inadecuadas y 3,5 millones de personas han de afrontar retrasos en el pago de sus facturas.
¿Cómo intenta solucionar la Estrategia Nacional el problema de la pobreza energética?
Pues, tras el diagnóstico, como indica su nombre; planteando una estrategia desde varios ámbitos, con un objetivo en mente:
Reducir en un mínimo de un 25% en 2025, cada uno de los 4 indicadores que hemos visto antes, y se fija como meta a alcanzar una disminución del 50%, que sería lo más óptimo.
Para ello, además de la coordinación del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), el Gobierno se fija la necesidad de dar cuenta sobre cómo avanza la consecución de estos objetivos anualmente.
¿Cómo sirve en la práctica la Estrategia?
Lógicamente, conseguir estos objetivos requiere de sistemas y medidas concretas. El plan para lograrlo se divide en 4 grandes ejes de acción, que a su vez cuentan con 19 acciones concretas.
Los ejes de acción son:
- Mejorar la identificación de la pobreza energética.
- Mejorar la respuesta frente a la situación actual de pobreza energética.
- Crear un cambio estructural para la reducción de la pobreza energética.
- Proteger a los consumidores y aumentar la concienciación social.
Si has llegado hasta aquí, seguramente te estés preguntando qué mejoras hay en la práctica que haya impulsado la Estrategia. Seguramente, la más importante y palpable que se ha conseguido es la prohibición de cortar los suministros de luz y energía en situaciones meteorológicas extremas.
Además, hay medidas a corto y largo plazo. Te resumimos algunas de las que pueden tener más impacto:
- Un nuevo bono social energético: Que sea automático y mucho más fácil de gestionar y solicitar. Aquí, por cierto, te explicamos cómo solicitarlo.
- Medidas de rehabilitación en viviendas: España ha sido históricamente uno de los países de Europa con mayores problemas de parque de viviendas con escasa capacidad de eficiencia energética –algo de lo que sabemos bastante en EPIU Getafe Hogares Sostenibles-. España quiere potenciar reformas rápidas y, a medio plazo, fomentar un nuevo parque de viviendas mucho más eficiente con rehabilitación integral de edificios. ¡Ah, y que nadie se olvide de los edificios de alquiler, donde a menudo existen diferencias entre propietarios e inquilinos!
- Proteger a los consumidores: ¿Cómo? Mediante la elaboración de protocolos de actuación y reconocimiento de la pobreza energética y la puesta en marcha de campañas de visibilización.