La pobreza energética es un problema complejo, ya que tiene diversas casuísticas. La baja eficiencia energética de nuestras viviendas, el elevado precio de la energía y los bajos ingresos en el hogar son tres de las principales causas, pero existen otros factores determinantes que pueden hacer vulnerables a los hogares a sufrir pobreza energética. Debido a esta intrínseca situación, es fundamental adoptar múltiples indicadores para poder detectar de forma correcta una situación de pobreza energética.
Diferentes indicadores para identificar la pobreza energética
De los cuatro indicadores adoptados, dos de ellos, el porcentaje de la población que se declara incapaz de mantener la vivienda a una temperatura adecuada y el porcentaje de población que declara retrasos en el pago de los recibos de la vivienda, tienen un carácter más subjetivo, ya que se basan en percepciones y declaraciones del hogar que se obtienen de la Encuesta de Vida (ECV) elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Los otros dos indicadores, la llamada pobreza energética escondida (HEP, por sus siglas en inglés) y el indicador 2M, se basan en los gastos e ingresos del hogar, y utilizan la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF). En un post anterior del blog de EPIU, podéis encontrar más información sobre los 4 principales indicadores que se utilizan para detectar la pobreza energética. Pero ahora nos detendremos en dos de ellos.
Indicador asociado a gastos desproporcionados (2M)
Este indicador pretende recoger aquellos hogares que dedican una parte excesivamente alta de sus ingresos para pagar las facturas energéticas. Para ello, el indicador parte de la mediana de la denominada carga energética, es decir, el porcentaje de ingresos anuales de un hogar destinado al pago de las facturas de energía doméstica. Los hogares que dedican más del doble de la mediana a realizar este pago se encontrarían en situación de pobreza energética, según este indicador.
Por poner un ejemplo muy sencillo: si uno decide pedir una hipoteca, el banco comprueba que no dediques más de un 30% de los ingresos al pago de esta. Esto es así porque se entiende que, por encima de ese umbral, la persona puede tener dificultades para pagarla, ya que, además de la hipoteca, debe comer, vestirse o pagar la energía, entre otras cosas. Con la energía pasa lo mismo. Hay un porcentaje de dedicación a partir del cual hay un mayor riesgo de impago, puesto que tendremos que asumir otros muchos gastos, además del de la energía. Este indicador establece ese porcentaje límite en 2 veces la mediana (de ahí el nombre de 2M) que, aproximadamente, aunque varía año a año, está en torno a un 5%. Eso querría decir que este indicador está recogiendo, aproximadamente, a los hogares que destinan más de un 10% de sus ingresos.
Como todos los indicadores, tendrá falsos positivos y falsos negativos. Por ejemplo, podrá estar recogiendo falsos positivos al incluir hogares con rentas muy altas que, a pesar de dedicar un porcentaje significativo de sus ingresos al pago de las facturas de energía, siguen disponiendo de muchos ingresos para el resto de los gastos. Por otro lado, también se quedarán fuera de este indicador hogares en pobreza energética que la padecen, pero no en forma de gasto excesivo, sino de falta de confort, retrasos en el pago, etc. Por eso la importancia de un sistema multi-indicador.
Pobreza energética escondida (HEP)
La pobreza energética escondida es un indicador importante, ya que permite aflorar casos que, de otra manera, serían obviados. En este indicador se encuentran las personas que gastan (en euros) muy poco en energía, que estaría por debajo de la mitad de la mediana nacional de gasto en energía, según la EPF. Supongamos que el gasto en energía mediano mensual de un hogar es 70 euros. Este indicador estaría recogiendo a los hogares que declaran un gasto inferior a 35 euros al mes.
La importancia de este indicador reside en que, antes de su consideración, la mayor parte de los enfoques se centraban en medir la pobreza energética evaluando el gasto excesivo (como el indicador 2M o similares). Pero esto estaba dejando fuera las situaciones en las que un hogar adopta como estrategia gastar lo mínimo posible, con el fin de no incurrir en impagos, no solicitar ayuda, etc. De este modo, consiguen pasar como “hogares no vulnerables” en las estadísticas. Pero el precio de todo esto puede ser que esté poniendo en riesgo su salud o iniciando el camino hacia la exclusión social. A veces, consumir muy poco se traduce en pasar frío en la vivienda, en reducir el gasto en higiene, en cocina o en dejar de utilizar electrodomésticos, algo que es invisible de cara a las estadísticas.
Al igual que el indicador 2M también tiene sus limitaciones. Por ejemplo, al estar calculado respecto a la mediana nacional, las regiones del país con una menor demanda de refrigeración y calefacción tienen, por lógica, un gasto mucho menor. En regiones de costa o insulares, las necesidades de gasto térmico en invierno y verano son mucho menores que en la meseta interior del país o en las zonas más frías, con inviernos y veranos muy severos. Por el contrario, no estar englobado en este indicador HEP no indica que no exista una situación de pobreza energética. Porque los hogares vulnerables, aunque en una gran proporción, ya limitan mucho su consumo y si podrán ser detectados por este indicador, también se caracterizan por habitar en viviendas de muy baja eficiencia energética y por contar con equipos y electrodomésticos muy ineficientes, lo que les obliga a tener un gasto mayor del teóricamente necesario y les excluye, en ocasiones, de este indicador.
Inteligencia artificial para detectar la pobreza energética
El carácter preventivo en la lucha contra la pobreza energética es esencial si se quiere mitigar los efectos adversos de la pobreza energética. Desde el proyecto EPIU Getafe Hogares Saludables, se está desarrollando la Unidad Inteligente de Pobreza Energética, que será capaz, mediante el uso del big data, de identificar casos de pobreza energética que, de otra manera, podrían pasar desapercibidos. La innovación del proyecto, unida al trabajo de todos los socios del proyecto en pro de la reducción de la pobreza energética del municipio de Getafe, hacen de EPIU Getafe Hogares Saludables un proyecto apasionante.
El proyecto está centrado, por tanto, en ampliar el concepto del indicador HEP a “todas” las posibles situaciones de pobreza energética que no sean normalmente detectadas por otros indicadores o enfoques de análisis. Este es el mayor reto de EPIU.
La Asociación de Ciencias Ambientales y la pobreza energética
Desde el año 2012, la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) ha realizado cuatro informes que han analizado el estado de la pobreza energética en España. En el último de sus informes, publicado en 2018, trasladó por primera vez en un país de la Unión Europea (UE), los indicadores propuestos por el Observatorio Europeo de la Pobreza Energética (EPOV, por sus siglas en inglés), una iniciativa impulsada a través de un consorcio liderado por la Universidad de Manchester, del que ACA formó parte. Posteriormente, el Gobierno de España aprobó la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética, en abril de 2019, que adoptó los mismos 4 indicadores inicialmente propuestos por el EPOV y utilizados por ACA en 2018.
Además de otros proyectos formativos como PICE Network o de acción directa con hogares vulnerables, ACA impulsa anualmente la Semana Europea de la Pobreza Energética, que tiene lugar del 17 al 22 de febrero, conmemorando la última oleada de frío extrema que sufrió Europa en febrero de 1956, alcanzando récords de bajas temperaturas desde que se tiene registro. Campañas de comunicación como “Juntos podemos luchar contra la pobreza energética”, realizada en 2014, contribuyó a poner de manifiesto esta problemática social hasta entonces desconocida.
Autor: Sergio Martín Serrano, coordinador de proyectos de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA).